Diario, ¿dónde estás?
Dice Ignacio Ramonet que el periodismo les pertenece a
aquellos personajes a los que denomina los “nuevos galeotes de la información: son
los esclavos de la información”. Cita una descripción de Xavier Ternisien: “tez pálida de típico friki,
estos drogados de informática se pasan el día delante de la pantalla (…). Hacen
jornadas de doce horas y guardia los fines de semana o las noches. Después de
haber hecho estudios más largos que la mayoría de sus mayores y de haber
adquirido una considerable experiencia en materia de internet, estos jóvenes
periodistas apenas consiguen un estatus de “operarios de la web”, de
“enganchados al teclado”, con contratos precarios y salarios miserables. Pero
tienen fuertes convicciones: siempre ha habido “galeotes de la información” y,
en este caso, el futuro del periodismo les pertenece”.
Avizora un futuro amargo para la prensa escrita, a la luz de
las cifras que dan cuenta de la cantidad de diarios que han cerrado en los
últimos tiempos, en todo el mundo: “En España, las ventas del principal diario,
El País, editado por el grupo Prisa, siguen cayendo. En octubre de 2010, su
distribución total había disminuido un 13,1% en relación con el mismo mes de
2009, y las ventas en kioscos habían caído un 18,3%...”.
Ramonet, ex director de Le Monde Diplomatique (hasta 2008),
publicó recientemente “La explosión del periodismo”, por Capital Intelectual. A
lo largo de unas 120 páginas, el periodista español cuenta experiencias y sobre
todo, se refiere al impacto de las tecnologías en el trabajo periodístico, al
punto que considera que las herramientas disponibles hacen de cada ciudadano un
periodista.
El libro consta de siete capítulos: “Una crisis de
identidad”, “Erosión de la credibilidad de los medios”, “Mentirosos
compulsivos”, “Innovaciones y éxitos”, “Wikileaks”, “¿Hacia qué modelo de
rentabilidad vamos? y “¿Sobrevivirán los diarios?”, además de una lista, al
final, de webs de consulta. El lector de “La Explosión del periodismo” se
encontrará con expresiones de esta factura: “Los diarios de información general
siguen anclados en un modelo económico que ya no funciona. Los tiempos en los
que la casi totalidad de los periódicos publicaban las mismas informaciones ya
son historia. EL mercado es despiadado ante una prensa y unos periódicos
incapaces de generar beneficios. Las grandes cadenas de televisión no se
salvan, su modelo también es obsoleto”.
La paradoja, según Ramonet es que gracias a internet, se
suman día a día los lectores de los diarios tradicionales. “En la sociedad de
redes, los internautas siguen buscando el acceso a los medios de comunicación
tradicionales, en especiales a aquellas publicaciones de prensa escrita
consideradas más serias…”
Las cámaras fotográficas con opción para filmar, los
grabadores digitales, los celulares multifunción, constituyen, para el autor, más
que herramientas o medios. Aparentemente, contar con los dispositivos técnicos
hace al periodista. O el periodista no es más que alguien que pueda filmar,
escribir textos en las redes sociales o sacar fotos y publicarlas.
Además, hay que reconocer que el periodismo o mejor dicho,
los medios han contribuido enormemente a la caída de su credibilidad, mereced a
las alianzas con grupos económicos en todo el mundo y de la fusión de los
medios con otros intereses.
Es precisamente en base a la credibilidad que algunos
periódicos han sabido consolidar, que esos medios se mantendrán, según
preconiza Ramonet. He ahí que, a pesar de ofrecer un panorama desalentador en
casi todas sus páginas, el libro termina bien, como un cuento bien contado:
“…podemos estar seguros de que… los periódicos que no han traicionado a sus
lectores y han sabido conservar su credibilidad y mantener su exigencia de
calidad, no sufren ninguna amenaza de extinción. Estos periódicos no
desparecerán”.
Para leer y pensar, los libros de Le monde diplomatique son
económicos e ideales para la cartera de la dama. En el bolsillo del caballero
no caben, ojalá lo hagan en las cabezas de quienes deben tomar decisiones inteligentes,
para que no se corte (la prensa escrita).
Daniela
Roldán
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