Rebelión contra la muni
“Cheeeeee, gordo, tomá este petitorio, para que firmeeeeeen...”,
berreaba una señora rubia, vestida con pantalones cortos y camisa suelta. El
“gordo” en cuestión era Elías Chorén, reconocido militante del radicalismo que
estaba en éxtasis revolucionario. Y la circunstancia era la manifestación de un
centenar de personas contra la decisión gubernamental de alejar de sus
funciones en el Hospital al doctor Héctor Creparula.
Cerca de las 7 de la tarde, muchas caras fácilmente
reconocibles como habitués del comité radical y como consecuencia ex
funcionarios o familiares de, colocaron una pancarta en la vereda de la
municipalidad a favor de la democracia y la libertad o algo parecido. No era la
misma pancarta que portaban otrora los trabajadores de la fábrica de calzados
cuando sus puestos peligraban. No, tampoco era la pancarta que identificaba a
los trabajadores hospitalarios cuando el ex intendente Simón los tenía contra
las cuerdas. Era una contra el intendente y las autoridades actuales.
Qué se creen, parecían decir algunos manifestantes. Muchos
no pueden creer aún, que la municipalidad no tiene dueño (durante 16 años
parecía que sí lo tenía). A los gritos, batiendo palmas, pidiendo “¡foto, foto,
foto!”, los enojados subieron al primer piso, cuando comenzaba la sesión
extraordinaria del Concejo Deliberante.
Antes, abajo, una señora con anteojos grandes (de lentes,
diría un amigo) y vestimenta negra, bajita ella, dijo: “Estamos gobernados por
una montonera, esto no es peronismo, esto es kirchnerismo puro; si no pensás
como ellos, te echan”. Exiquista fraseología modelo dictadura.
El odio al kirchnerismo es muy fuerte en la ciudadita. La pregunta es por qué odian estas buenas señoras, tan preocupadas por el puesto de un doctor, a un gobierno votado por el 54% de la población. Que no les guste está bien, pero lo que hay es odio. ¿Se consideran mejores que quiénes o que quién?
on los brazos abiertos, dando grandes zancadas, un señor
canoso, también con pantalones cortos, subía las escaleras en una actitud
temeraria. La sensación de quien escribe: no hay resignación de parte de
quienes durante tantos años se sintieron dueños de la ciudad, de su institución
principal, que es la municipalidad.
Y en segundo lugar, lo que conmueve es el grado de odio
político/de clase, patente en, al menos, este grupo activista. Se escucharon
insultos y agravios para con las autoridades municipales, los cuales
seguramente desde la perspectiva de los indignados no constituyen actos lesivos
de la democracia, porque, tal parece, democracia era la de antes, cuando ellos
gobernaban.
Cuando ellos gobernaban y echaban gente por pensar diferente
o cuando a un trabajador de planta lo cambiaban de funciones por firmar una
solicitada de apoyo al gobierno de Cristina, o cuando empleados municipales
eran sistemáticamente ”apretados” antes de las elecciones.
En declaraciones a radio Federal, el médico Creparula dijo
que el ex intendente Erreca le sugirió pasarlo a la plantilla de permanentes
poco antes de las elecciones. La pregunta es por qué no lo hicieron antes y la
pregunta dos es si corresponde que un intendente nombre personal o contrate
gente en período de campaña electoral. La respuesta a la pregunta dos es que
no, que el intendente que hace eso es inmoral, incorrecto, deshonesto.
Y ahí estaban también los jóvenes contratados para el área
de Turismo, reclamando por su situación laboral. Honesto sería decirles que
deberían reclamarle a Erreca, porque tuvo la deshonesta acción de contratarlos
con opción a que sea el nuevo mandatario quien cargue con el peso de no renovarles
el compromiso.
¿Se supone que es democrático que un intendente deba
trabajar con un equipo elegido por la anterior gestión? No es lógico que arme
su propio grupo?
En cuanto al derecho a peticionar y a manifestarse,
bienvenido sea. Ojalá hubieran tenido el mismo registro sensible cuando los
despedidos eran simples laburantes. Pero, claro está, el punto es otro, como se
dijo antes. No hay resignación, algunos no superan el bajón de saberse afuera
del gobierno, no se tragan el sapo que la democracia que dicen defender, les
asestó en octubre.
Daniela Roldán
Posdata: no hay opinión respecto de la situación específica
de Creparula, porque, como se dijo antes, ese no es el punto.