viernes, 19 de abril de 2013

Derechas


En los años 90, cuando gobernaba la derecha, la derecha decía que hablar de izquierdas y derechas era un anacronismo. Se acuerdan, en fin de la historia y de las ideologías.
En los años 90, mientras cientos de bolivarenses se quedaban sin trabajo, otros cientos cobraban la mitad del sueldo, otros cientos nunca fueron registrados y mientras no se construía ni una casa en el pueblo, la derecha hacía mutis por el foro.
Hubo a fines de los 90, la propuesta de un apagón en contra del desguace del estado en manos del gobierno de entonces, de derecha. En Bolívar, comercios raquíticos de clientes ni siquiera amagaron con apagar las luces, sólo por cinco minutos, para manifestar adhesión a la medida.
Cuando las agrupaciones de la izquierda de entonces realizaban marchas o concentraciones de protesta en la esquina de la municipalidad, los bolivarenses que pasaban por allí los observaban cual si estuvieran frente a un happening o algo así (vaya a saber uno qué ideas se cruzaban por la cabecita de aquel bolivarense distraído).
Por esos años locos de gobierno de derecha (si no tiene buena memoria, si no recuerda cómo eran esos aciagos momentos, fíjese lo que ocurre hoy en España; a pie de página se le sugieren un par de sitios confiables y notará la similitud) sucedió que el canal de televisión local, el Canal 4, en el que trabajaban periodistas, locutores, operadores técnicos, fue “comprado” por Cablevisión.
El resultadode esa compra en lo inmediato, fue una caída de la fuente laboral que impactó en muchos de esos empleados y sus familias. El resultado final, que era el verdadero motivo de esa compra y de la compra de todos los canales pueblerinos, fue ganar la hegemonía discursiva y trabajar en la construcción de un sentido común a la carta. Es decir, que la gente piense lo que el medio quiere que piense; lo que el grupo multimedio quiere.
En los brillantes años de las “feyaris”, de las putas caras en la Casa Rosada, del glam a base de animal print y brillos de cotillón (por decir algo muy bizarro), asesinaron al fotógrafo José Luis Cabezas. En una cava de Pinamar, su cuerpo torturado y quemado, daba cuenta de los tiempos difíciles que corrían para quienes pretendían cuestionar al poder económico (a la derecha). Es que poder económico y poder político eran la misma cosa, conformaban la misma S.A.
Muchos propietarios de comercios, de campos, de empresas de servicios, de medios de comunicación, iban adquiriendo enormes deudas. Algunos ponían en riesgo sus empresas, otros las hacían subsistir a costa del sacrificio de sus trabajadores, otros cerraban las persianas sin más culpa y dejaban a cientos de miles de obreros en la calle. Crecían los remises y los kioscos como hongos.
Hubo una mujer en Bolívar, Remedios Giles, que protestaba frente a la municipalidad. Sola. Pegaba carteles en el frente del edificio comunal. Exigía cumplimiento de sus derechos; al trabajo, sin ir más lejos. Es que en aquellos tiempos locos, el desempleo era la marca registrada en el país y en Bolívar. Y el empleo no registrado era la vedette. La mentada “cadena de pagos” que estaba “cortada” era la excusa perfecta para no pagarle al eslabón más débil de esa cadena. En síntesis, trabajadores mal pagos y en negro.
Ah, qué tiempos aquellos dirá la derecha, en los que no había nadie exigiendo a los patrones que dialoguen en paritarias. “Si no te gusta lo que te pago, no hay problema, hay 2000 tipos detrás esperando por este puesto”, decían los empresarios de derecha y esclavizaban gente a su antojo.
Los maestros de Suteba protestaban en los 90´s. Marcha federal, carpa blanca, paros a los que sólo adherían los maestros de Suteba (¿si el aumento, en caso de lograrlo, lo cobraban hasta los que no paraban? Sí, claro). Los alumnos, muchos de ellos, se desmayaban en el aula como consecuencia de la inanición. Los gremios que no eran el Suteba practicaban su mutis.
La Federación Agraria, en los complicados años 90´s, participaba junto a las organizaciones sociales de una cosa muy loca llamada FRENAPO. Que era ni más ni menos que el Frente Nacional contra la Pobreza. Es que eran pobres, los productores de la FA. Vaya si lo eran en los aciagos 90´s, que muchos de ellos vieron flamear el “sucio trapo rojo” (el de remate, claro) en las tranqueras, unos años después.
El Parque Industrial de Bolívar era una entelequia. La construcción de viviendas sociales era un concepto en desuso. Hablando de conceptos en desuso: paritarias, trabajo registrado, derechos laborales, convenios colectivos. Conceptos en boga en aquellos locos locos años: desregulación (de todo), flexibilización laboral, ajuste, recorte del gasto público, despidos y luego, subiendo en el top five, corralito.
El armado de esta nota,  hasta este punto, pudo prescindir de arduas búsquedas en archivos, porque todo está guardado en la memoria. Por eso, para los memoriosos, será gran una redundancia.
Y también por eso, leer este textito más austero que Francisco, es tarea para el hogar para aquellos que tienen fiaca, para los haraganes intelectuales, para los desaprensivos de siempre, que un buen día se encuentran sumando su cuerpito a una concentración de derechas, creyendo, de descuidados nomás que son, que los intereses de las derechas los incluyen.
Mucho más trabajoso sería tener que reflexionar acerca de la construcción de sentido que se hace en los medios de comunicación, acerca de cómo se interpela el sentido común desde las usinas de propaganda de derechas, cómo los utilizan a esos desaprensivos de siempre, que terminan repitiendo lo que los dueños de todo quieren que repitan.
La duda que flota, tras ese simple ejercicio de memoria es ¿cómo es posible que cuando Bolívar se caía a pedazos como el resto del país, cuando no se construía ni una vivienda, ni se hacían cloacas en los barrios, ni se invertía en infraestructura, los que protestaban eran una decena y ahora lo hacen unos  300?
Admitamos que no es un gran número este último, pero en términos proporcionales a la población y sobre todo a la escasa tradición movilizadora de este pueblo, es digno al menos de una mirada.
No obstante ese número, la derecha local sigue sin sumar muchas más voluntades que en las últimas elecciones, eso es visible. Y hay que tener en cuenta que la mayoría de los manifestantes del jueves, vive en las cuadrículas de 16 x 16 o en los campos, desde donde tardan menos en llegar al mástil de lo que invierte un trabajador que se moviliza en bici desde Pompeya.
La derecha local es bochinchera, lo demostró en 2008, cuando el discurso del mito fundante caló en los sectores populares desprevenidos. Luego, al andar del carro los melones se acomodaron solos y la base social que sustentó a las patronales volvió a ser la que era.
Ahora, las derechas avanzan una vez más, en América latina y en Europa. Acá, intentan poner en jaque a los gobiernos populares (diz que populistas). En Venezuela matan a chavistas, pero como los medios más poderosos están (igual que acá) en manos de la derecha, culpan de esas muertes a los chavistas.
“La derecha cree que el poder le pertenece. Cuando salen electoralmente de los palacios de gobierno, suelen desconocer las elecciones. Primo de Rivera, Franco, Pinochet, Salazar, Videla, Carmona… Desde que desapareció la URSS, la derecha del fin de la historia creyó que ya no tenía adversarios. Chávez les descuadró las cuentas. Por eso aplicaron en Venezuela todas las tretas. Pero el proceso bolivariano las derrotó todas, incluido el golpe tradicional. Tuvieron que ponerse la máscara de demócratas” (Juan Carlos Monedero www.comiendotierra.es).
En el mismo sentido, el diputado por el Frente Nuevo Encuentro, Juan Carlos Junio, escribió: “En su plan de acoso y desestabilización para frenar el avance de nuestros gobiernos populares, intentan ganar las calles con cacerolas, campañas de miedo, desabastecimiento, aumentos desmesurados de precios, operaciones mediáticas escandalosas y otras formas, para generar desconcierto en la población”.
Agrega el legislador: “Todo este combo forma parte de una estrategia que también es la de siempre. Se trata de acosar a las democracias americanas que ya no aceptan el orden político y social que dictan el Imperio y las burguesías locales, intentando lograr consenso social para derrotarlo. Si esa táctica no tiene éxito, se activa la conspirativa, ahora con métodos más sofisticados que tienen como ariete principal a los grandes medios de comunicación, mutados a medios de dominación política y cultural”.
Las imágenes de las cacerolas atentando contra las puertas del Congreso de la Nación son un símbolo; las consignas contra Chavez, en una protesta bolivarense, también. La intención, a veces lograda, de que el sujeto de a pie respalde al Poder Judicial también es un símbolo del accionar de la derecha. Solo es cuestión de saber mirar y de querer entender, sin fiaca, que corren tiempos en los que más vale estar espabilado, como lo está gran parte del pueblo argentino, a quedar jugando en off side en el partido de la derecha.
Daniela Roldán