miércoles, 6 de junio de 2012

Contra el poder


…contra el poder que nunca abraza a los que pueden pensar/contra el poder que nos vigila los pasos/ contra el poder que siempre miente en nombre de la verdad/contra el poder que nos convierte en extraños/ contra el poder que debilita y nada da que sólo quita/y deshace lo que está… Pedro Guerra
Algunos medios digitales tienen moderadores de comentarios para evitar que la impunidad juegue a favor de aquellos que, amparados en un perfil falso o en una cuenta difícilmente identificable, hagan pésimo uso de la libertad de expresión, trocándola en blasfemia.
Estos moderadores, contrariamente a lo que pueda pensarse en términos ligeros, contribuyen a la libertad de expresión. Lo que hacen es evitar que cualquier miembro de la sociedad pueda ser objeto de difamación o agravio gratuito y sin sanción. Intentan tener lectores/comentaristas responsables.
En otros, sin embargo, los dueños de los medios prefieren la propagación de estos comentaristas full time y todo terreno, porque lo entienden como una suerte de estrategia gracias a la cual se multiplican las “visitas” a las páginas en cuestión. Sin importarles, en todo caso, el tráfico de violencia por un lado y la pauperización de las relaciones en general que va en detrimento de la calidad democrática que implica un buen debate de ideas.
Los soportes actuales permiten que los periodistas y los comentaristas mediáticos prácticamente compartan el mismo espacio de difusión de sus ideas, pero mientras para el primero rige la obligatoriedad de ser responsable de lo que dice­/escribe, los segundos no tienen límites. ¿No es eso una gran injusticia, una torpeza que pone en situación de desventaja absoluta al periodista que trabaja con seriedad?
¿Y no es en todo caso, un resorte de los propios trabajadores de prensa el recibirnos de adultos y dar la pelea por nuestro propio interés, que es, en cualquier caso, pugnar porque se respete el oficio y a quien lo ejerce? Los periodistas estamos acostumbrados a narrar los protagonismos ajenos, sin embargo, y hablo de los bolivarenses en particular, es tiempo de que hablemos de nosotros.
En las últimas semanas, al menos tres trabajadores de prensa hemos sido agredidos y/o amenazados con diferente nivel de violencia. En cualquier caso, hemos obtenido la solidaridad de esa porción de la sociedad que está atenta y que no va en manada. Pero también el silencio de otros sectores que luego se arrogan protagonismo en la acción social.
Las amenazas fueron desde un insulto, mensajes intimidatorios a través de las redes sociales hasta empujones o silbatinas en lugares públicos.  No es inteligente esperar a que agredan físicamente a alguien o le hagan pasar un mal momento en el plano de su vida privada, para hacer escuchar nuestras voces de descontento y a la vez, prometer el cumplimiento de las leyes.  Es decir, para denunciar penalmente a los agresores.
Un colega de la ciudad de 9 de Julio fue intimidado en estos días, a punta de pistola, en el edificio de la radio que dirige. Al parecer, lo que molestó  fue que Gustavo Tinetti estaba publicando en su diario digital, algunas notas que comprometían al intendente. Según información de Perfil.com, Tinetti había publicado, días atrás, “información que dejó muy mal parado al intendente de esa ciudad, el radical Walter Battistella. En su portal denunció que aparecía el DNI del intendente con el nombre de una mujer por lo que sospecha que fue una maniobra de Battistella para realizar operaciones comerciales”.
También en estos días, tres trabajadores del programa 6,7,8 de la Televisión Pública recibieron golpes, patadas, insultos, en el marco de una manifestación minoritaria pero profundamente violenta, en la ciudad de Buenos Aires. Y el martes a la noche, cronistas de Telam y de Tiempo Argentino fueron víctimas de golpes y atropellos.
La práctica del apriete no es nueva y de hecho en el país muchos compañeros trabajadores pagaron con su vida el ejercicio comprometido de su trabajo. El apriete jamás se ejerce contra  aquellos que siempre se colocan del lado que abriga el sol, sino todo lo contrario.
Para el periodista que es esquivo a las dádivas, a los amiguismos y a la genuflexión ante los poderes, la tarea es ardua, molesta, pero no más amarga que la de cualquier obrero o empleado en un contexto que no privilegia los derechos de los trabajadores.
Sin embargo, hay algo que distingue al oficio de periodista respecto de otros. Y es que, para algunos o para muchos, es lo mismo un periodista que un medio de comunicación. Sin embargo, un periodista vive de su fuerza de trabajo, como cualquiera, en cambio un medio es una usina de poder. En esta escena se distingue que los intereses de esa usina y los de los trabajadores no son los mismos.
En muchos diarios, hoy habrá notas sin firmas. La medida se ha tomado en adhesión a los trabajadores de prensa de Clarín, porque la empresa no cumple con las paritarias que se resolvieron la semana que pasó. Esto pone en evidencia la escena mencionada arriba, es decir, el planteo de los intereses enfrentados.
Mientras, el diario de mayor tirada de Argentina, apoya a las otras patronales, a las agropecuarias, aun cuando esto implique el desabastecimiento y la caída en picada del poder adquisitivo de las clases populares. Como en 2008, cuando el aumento acordado en las paritarias de Comercio (por citar un ejemplo) se licuó por el incremento de la canasta básica que generó al lock out.
Es claro y hasta obvio el planteo, pero hoy es nuestro día y tuve ganas de escribir así, como en la cocina de mi blog, aunque abriendo el juego. Para que se enojen, para que comprendan, para que discutan, en la medida de las posibilidades de cada quien, pero que sea con elegancia.
Con el atrevimiento de la primera persona, con la pesadumbre de protagonizar un artículo y aun así elegir hacerlo, les deseo feliz día a quienes hacen del periodismo su oficio, su trabajo y no su comercio, a los que se asumen como parte del colectivo “trabajadores”.  Y hago un sugerencia a los editores de medios digitales: copien a los mejores, pongan moderadores de comentarios, no contribuyan al tráfico de violencia. Aunque sea por hoy, jerarquicen la comunicación, a los trabajadores y a la libertad de expresión.
Daniela Roldán

lunes, 4 de junio de 2012

Repudio a las agresiones que sufrieron trabajadores de 678


El grupo de 678 Bolívar manifiesta su repudio ante las agresiones físicas y verbales que sufrieron los trabajadores de 678 el pasado viernes, cuando un grupo de vecinos de algunos barrios de la ciudad de Buenos Aires se manifestaba golpeando cacerolas, contra el gobierno de la Nación.
Podemos comprender que haya cierto sector de la Argentina, que entendemos minoritario, esté en contra de las medidas del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, pero no estamos de acuerdo con las amenazas, la violencia y la mentira. Creemos que se intenta instalar un clima de miedo y que lo que realmente les molesta a muchos, es que haya medios y periodistas que digan lo que piensa la mayoría de la población. No quieren perder sus privilegios de ser los únicos que manejan la información.
Muchos de los manifestantes dijeron abiertamente que lo que pretendían era que se fuera Cristina Kirchner del gobierno y para nosotros, estas actitudes son claramente destituyentes y hay que denunciarlas como tales.
Queremos señalar la necesidad de todos los miembros de nuestra comunidad de Bolívar que crean que la democracia es el mejor sistema y que a los gobiernos se los cambia con el voto y no con golpes de mercado o de cacerolas estén atentos a todas las expresiones que incluyen la violencia y la mentira en el tratamiento de la información.
El grupo 678 Bolívar es un colectivo que comenzó a realizar sus reuniones en el playón de la estación del ferrocarril, en el año 2010, con el objetivo de analizar la política actual entre sus puntos centrales, con la mirada puesta en la construcción mediática de la realidad. Lo integramos personas comprometidas con la defensa del derecho a la libre expresión como  derecho de todos y no de unos pocos.