Un día, hubo la conciencia de que era
mejor ir y ver con ojos propios. Para que cientos de miles no se transformen,
en el camino de la Plaza hasta la redacción de un diario, en 30 o 40 mil. Para
que la alegría no sea traducida en “adoctrinamiento”; para que las personas
sean personas y no adjetivos.
Y hubo ese día en el que se decidió
ir a la Plaza, o al Congreso, o a la cancha, para descorrer, aun más, si fuera
posible el gran velo que impone la mediación intencionada, esa que no te cuenta
desde dónde te lo está contando.
Entonces, mientras desde hace un mes
se intentaba instalar que los sectores oficialistas o afines al gobierno de
Cristina Fernández estaban en reflujo y que la calle estaba siendo disputada
con éxito por parte de los sectores más conservadores o reaccionarios del país,
la Plaza del domingo dijo otra cosa.
Estuvieron para festejar el Día de
los Derechos Humanos y de la Democracia, los encuadrados en organizaciones
sociales o políticas y también, en muy gran medida, aquellos que decidieron ir
por su cuenta, en familia, en pareja. Matrimonios adultos y miles y miles de
parejas de jóvenes.
Por el escenario ubicado en el frente
de la Casa Rosada pasaron los artistas populares que no dudan en comprometerse,
como Víctor Heredia, Fena della Maggiora, Charly García o Fito Páez entre
otros. En las diagonales Norte y Sur, se pudo disfrutar de la diversidad, de la
multiculturalidad, de las comidas y las ofertas culturales de todo el país y de
Latinoamérica.
“Llega la patota de Fidel y el Che
Guevara…”, coreaba el grupo de la FEDE (Partido Comunista); “Vengo bancando
este proyecto nacional y popular”, cantaba la inmensa columna de La Cámpora
(entre los cuales marchaban varios jóvenes bolivarenses), que era aplaudida por
la gente apostada en las esquinas. “Más trabajo es la Ley de Medios”, alentaba
una señora movilizada con Nuevo Encuentro, desde un cartel caserito. “Gracias
Néstor, siempre juntos”, decía desde una pancarta otra señora mayor que no
quiso perderse la fiesta a pesar del calor.
Algunos funcionarios del Gobierno,
entre ellos el jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina, el vicepresidente
Amado Boudou, el titular de la Afsca Martín Sabbatella, estuvieron junto a la
gente, reproduciendo escenas que ya son comunes, tanto como impensables hace
poco más de una década. Lo que pasó en el medio tiene que ver con la
recuperación de la política y su sentido.
En el escenario, la presidenta
Cristina Fernández distinguió al artista León Ferrari, a los periodistas
Edgardo Esteban y Víctor Hugo Morales, al músico Daniel Bareinboim, al poeta
Juan Gelman y a Susana Trimarco, con el premio Azucena Villaflor por su lucha en favor de los Derechos
Humanos.
Después, eso de las 20.30 y por
espacio de 45 minutos habló la mandataria. Y la Plaza escuchó en silencio. Los
bombos y los cánticos callaron ante el mensaje presidencial y CFK no descuidó
el trámite. Pasó por todos los tonos, como ella acostumbra. Cuando pidió que
los argentinos recen por la salud del presidente Hugo Chavez, hubo emoción en
muchos ojos. Lo mismo cuando volvió a señalar que si la gente “no afloja”, ella
tampoco lo hará.
El filósofo Ricardo Forster dijo el
sábado en un programa de radio, que el momentáneo revés judicial que significó
el fallo de la Cámara en lo Civil y Comercial respecto de la Ley de Servicios
de Comunicación Audiovisual, posiblemente alentaría a muchas personas a
movilizarse hacia la plaza. Aunque la convocatoria era de festejo y plural en
su sentido más profundo, ese acontecimiento ocurrido el jueves impulsó a mucha
más gente hacia la Plaza.
No obstante, estuvieron ausentes las
consignas agresivas. No se pidió por la muerte de nadie; no se pidió a ningún
muerto que se lleve a alguna que ande todavía por la tierra, no hubo esvásticas
ni caras desfiguradas por el odio. Hubo sí, bailes, bombos, diversidad. En un
tráiler, divertidos, felices, los y las integrantes de los colectivos LGTB, con
los dos dedos en V saludaban a las columnas organizadas. Grupos de bailes de
otras naciones de América latina, bailaban bajo los 30 y pico de grados bajo el
sol, con sus trajes típicos, con su música para compartir.
El acto del domingo en la Plaza de
Mayo fue, también, pluriclasista. Hubo mucha clase media de esa que toma nota
de los tiempos que corren y sabe que un cambio la volvería a standares de vida
muy por debajo, hubo muchísimos jóvenes, enorme cantidad de familias con niños
y niñas de corta edad. Hubo también, gente mayor, algunos con sus sillitas
portátiles que desplegaban rápidamente. Siempre cuidados por quienes los
rodeaban.
En Bolívar, núcleo duro y bastión de
la permanencia del statu quo, también se empieza a visibilizar la organización
política. Movilizaron La Güemes, La Cámpora, Nuevo Encuentro y la agrupación
local Unidos y Organizados.
Daniela Roldán