lunes, 10 de diciembre de 2012

La Plaza que ríe


Un día, hubo la conciencia de que era mejor ir y ver con ojos propios. Para que cientos de miles no se transformen, en el camino de la Plaza hasta la redacción de un diario, en 30 o 40 mil. Para que la alegría no sea traducida en “adoctrinamiento”; para que las personas sean personas y no adjetivos.
Y hubo ese día en el que se decidió ir a la Plaza, o al Congreso, o a la cancha, para descorrer, aun más, si fuera posible el gran velo que impone la mediación intencionada, esa que no te cuenta desde dónde te lo está contando.
Entonces, mientras desde hace un mes se intentaba instalar que los sectores oficialistas o afines al gobierno de Cristina Fernández estaban en reflujo y que la calle estaba siendo disputada con éxito por parte de los sectores más conservadores o reaccionarios del país, la Plaza del domingo dijo otra cosa.
Estuvieron para festejar el Día de los Derechos Humanos y de la Democracia, los encuadrados en organizaciones sociales o políticas y también, en muy gran medida, aquellos que decidieron ir por su cuenta, en familia, en pareja. Matrimonios adultos y miles y miles de parejas de jóvenes.
Por el escenario ubicado en el frente de la Casa Rosada pasaron los artistas populares que no dudan en comprometerse, como Víctor Heredia, Fena della Maggiora, Charly García o Fito Páez entre otros. En las diagonales Norte y Sur, se pudo disfrutar de la diversidad, de la multiculturalidad, de las comidas y las ofertas culturales de todo el país y de Latinoamérica.
“Llega la patota de Fidel y el Che Guevara…”, coreaba el grupo de la FEDE (Partido Comunista); “Vengo bancando este proyecto nacional y popular”, cantaba la inmensa columna de La Cámpora (entre los cuales marchaban varios jóvenes bolivarenses), que era aplaudida por la gente apostada en las esquinas. “Más trabajo es la Ley de Medios”, alentaba una señora movilizada con Nuevo Encuentro, desde un cartel caserito. “Gracias Néstor, siempre juntos”, decía desde una pancarta otra señora mayor que no quiso perderse la fiesta a pesar del calor.
Algunos funcionarios del Gobierno, entre ellos el jefe de Gabinete Juan Manuel Abal Medina, el vicepresidente Amado Boudou, el titular de la Afsca Martín Sabbatella, estuvieron junto a la gente, reproduciendo escenas que ya son comunes, tanto como impensables hace poco más de una década. Lo que pasó en el medio tiene que ver con la recuperación de la política y su sentido.
En el escenario, la presidenta Cristina Fernández distinguió al artista León Ferrari, a los periodistas Edgardo Esteban y Víctor Hugo Morales, al músico Daniel Bareinboim, al poeta Juan Gelman y a Susana Trimarco, con el premio Azucena Villaflor  por su lucha en favor de los Derechos Humanos.
Después, eso de las 20.30 y por espacio de 45 minutos habló la mandataria. Y la Plaza escuchó en silencio. Los bombos y los cánticos callaron ante el mensaje presidencial y CFK no descuidó el trámite. Pasó por todos los tonos, como ella acostumbra. Cuando pidió que los argentinos recen por la salud del presidente Hugo Chavez, hubo emoción en muchos ojos. Lo mismo cuando volvió a señalar que si la gente “no afloja”, ella tampoco lo hará.
El filósofo Ricardo Forster dijo el sábado en un programa de radio, que el momentáneo revés judicial que significó el fallo de la Cámara en lo Civil y Comercial respecto de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, posiblemente alentaría a muchas personas a movilizarse hacia la plaza. Aunque la convocatoria era de festejo y plural en su sentido más profundo, ese acontecimiento ocurrido el jueves impulsó a mucha más gente hacia la Plaza.
No obstante, estuvieron ausentes las consignas agresivas. No se pidió por la muerte de nadie; no se pidió a ningún muerto que se lleve a alguna que ande todavía por la tierra, no hubo esvásticas ni caras desfiguradas por el odio. Hubo sí, bailes, bombos, diversidad. En un tráiler, divertidos, felices, los y las integrantes de los colectivos LGTB, con los dos dedos en V saludaban a las columnas organizadas. Grupos de bailes de otras naciones de América latina, bailaban bajo los 30 y pico de grados bajo el sol, con sus trajes típicos, con su música para compartir.
El acto del domingo en la Plaza de Mayo fue, también, pluriclasista. Hubo mucha clase media de esa que toma nota de los tiempos que corren y sabe que un cambio la volvería a standares de vida muy por debajo, hubo muchísimos jóvenes, enorme cantidad de familias con niños y niñas de corta edad. Hubo también, gente mayor, algunos con sus sillitas portátiles que desplegaban rápidamente. Siempre cuidados por quienes los rodeaban.
En Bolívar, núcleo duro y bastión de la permanencia del statu quo, también se empieza a visibilizar la organización política. Movilizaron La Güemes, La Cámpora, Nuevo Encuentro y la agrupación local Unidos y Organizados.
Daniela Roldán

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Rafael Correa y su cátedra acerca de la libertad de expresión

“… (los medios) se convirtieron en el centro del poder…”
“No somos, créanme chicos, intolerantes con la prensa; somos intolerantes, como debemos serlo, con la mentira, con la corrupción, con la mala fe. En América latina la prensa miente, amparándose en la libertad de expresión. Confunden información con opinión…”, dijo entre otros conceptos el presidente de la República de Ecuador, Rafael Correa.
Lo hizo en el contexto de la entrega del Premio Rodolfo Walsh en la Facultad de Periodismo y Comunicación de La Plata, premio que han recibido entre otros, el presidente venezolano Hugo Chavez y el boliviano Evo Morales en la categoría “Presidente Latinoamericano por la Comunicación Popular”.
El presidente ecuatoriano resaltó la figura de Rodolfo Walsh y bromeó cuando dijo que esperaba que no se den cuenta (quienes se lo otorgaron) del error. Como un buen estudiante, demostró todo lo que se había aprendido en torno a la figura del periodista desparecido “cuya denuncia todavía resuena frente al silencio de los medios de comunicación. Walsh nos mostró los ríos de sangre, los mares del hambre, la debacle económica de un retazo de la historia argentina que todavía nos duele. También nos mostró su coraje, su dignidad, su compromiso militante por la verdad a prueba de balas. De hecho, tuvieron que callarlo a tiros y, aun así, nos sigue hablando de patria todavía”.
Luego, el presidente Correa contó que en el curso de su visita a nuestro país, lo había sorprendido el cambio del carácter en su agenda: cuando creyó que se encontraría en una cena con los residentes ecuatorianos en la que compartiría “unos bocadillos y ya”, resultó que le esperaba una gran fiesta, que debía dar un discurso “que no tenía preparado para nada”. Y en la Facultad de Periodismo, en donde él supuso, mantendría una cita académica, se encontró con un “acto popular, un acto de masas”. Ahora no sé, dijo, si presentar la ponencia que tenía planeada o hacer un discurso de barricada.
Muchos de los presentes eligieron “de barricada”, pero el ecuatoriano prefirió exponer su teoría de la contradicción ética entre los grandes medios de comunicación y la garantía de libertad de expresión. Durante más de una hora, ofreció evidencia empírica, luego expuso la teoría y finalmente la conclusión.
“Lo que está en el centro del debate, no es la libertad de expresión, la cual todos defendemos sino la contradicción ética y técnica de negocios privados con fines de lucro e intereses políticos y grupales proveyendo un bien público indispensable para la sociedad: la información”, dijo Correa en ese sentido.
“El debate de fondo es saber si los medios de comunicación deben o no, participar en política. Al definirse como contrapoder  del poder político, lo están haciendo. Y lo peor de todo: sólo son contrapoder de ciertos poderes políticos, de otros son descarados cómplices, pues al menos en América latina, los medios de comunicación siempre han estado en contra de los gobiernos progresistas. Bastaría ver el rol de la prensa chilena, del diario El Mercurio, en la caída del gobierno de Salvador Allende y la dictadura pinochetista. Es hasta cómico: se definen como contrapoder, es decir, actores políticos, pero no toleran respuestas políticas”.
Correa sostuvo parte del discurso apoyado en imágenes, tomó los libros que registran los wiki leaks como fuente, porque según afirmó, le gusta documentar y “mostrar evidencia” de que lo que está diciendo es verdad.
 “El concepto de libertad ha sido uno de los más estropeados en la historia de la humanidad. América latina conoce muy bien de aquello. No ha habido golpe de estado o invasión, que no se haya dado en nombre de la libertad. Defendiendo supuestamente la libertad, las dictaduras del continente torturaron, desparecieron, asesinaron a centenas de miles de seres humanos. Por si acaso, también invocaban a Dios, no se olviden. En el caso de la libertad de expresión, ésta ha sido reducida a una supuesta libertad de prensa, que sin ética, ni profesionalismo, ni adecuados controles sociales (como son las leyes) se reduce a su vez, tan solo a libertad de empresa, en donde buscando lucro o poder, son ellos los que deciden qué callar, qué decirnos o cómo decirlo.
La libertad para ellos, no para las grandes mayorías; porque somos esclavos de lo que nos quieran decir  o nos quieran silenciar. Al defender los intereses de estos grandes medios mercantilistas, no se está defendiendo la libertad de expresión, ni los derechos humanos sino tan solo y como siempre, los privilegios del gran capital”.
Para Correa, “cómo cambiar esta situación” es el gran desafío a nivel planetario y hay que debatir, “sin miedo”. Para el presidente, los medios son decisivos: “su buena o mala calidad afecta masivamente a la sociedad, inciden en la toma de decisiones de la ciudadanía, en el día a día, en la percepción del acontecer, en valoraciones y opiniones; puede distorsionar los imaginarios de una nación y sus luchas o puede aportar a la construcción de la memoria de sus pueblos, al rescate de sus patrimonios, puede contribuir al avance de la historia. O puede dar lugar a la acción y al pensamiento, sometiéndonos siempre a al inmovilismo, al entreguismo, al colonialismo. De este problema central se deriva la necesidad de democratizar la propiedad de los medios de comunicación e independizarlos de los poderes fácticos, en especial del mercantilismo (…)”.
Se manifestó preocupado por el “solazo” que debían soportar quienes lo estaban escuchando, con una temperatura agobiante. “Yo estoy acostumbrado, soy negrito de nacimiento, pero veo que muchos de ustedes son bien blanquitos; espero que se hayan puesto bronceador”, bromeó.
Finalmente, el presidente elogió la decisión argentina de poner en vigencia la ley de medios de comunicación, en virtud de lograr esa democratización de la que habló anteriormente. Y lanzó una suerte de propuesta de debate que consiste en que el estado debería ser quien se ocupe de garantizar el cumplimiento del derecho a la comunicación.
El acto, que se realizó en las afueras del edificio “Néstor Kirchner”,  contó con la presencia de 700 invitados especiales, entre ellos Madres, Abuelas, docentes y además, estuvieron las columnas de las organizaciones sociales y las agrupaciones políticas. Entre estas últimas, fue importante la movilización de la Tupac, de Quebracho, de La Cámpora, entre otras.
En el palco, junto al presidente Correa, estuvieron figuras como Florencia Saintout, Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini, Eugenio Zaffaroni, Víctor Hugo Morales, Adolfo Pérez Esquivel, Gabriel Mariotto, Horacio González.
En el inicio del acto, Correa recibió la designación de Ciudadano Ilustre de la Provincia de Buenos Aires, a cargo del vicegobernador Gabriel Mariotto; una remera y un mate, que le regalaron los integrantes de la Agrupación Rodolfo Walsh; un recipiente con tierra de las Islas Malvinas, entregado por el Centro de Ex Combatientes; y un libro, de parte del Movimiento Estudiantil Liberación.
No lo dejaban marcharse
Es notable cómo los jóvenes (y los no tanto) generan enorme empatía con algunos de los presidentes latinoamericanos. Chavez, Evo, Pepe Mujica y Rafael Correa son los preferidos.
Por eso, pese a lo duro que había sido el “solazo” con ellos, presidente y jóvenes se resistían a abandonar el predio de la Facultad. El, porque quería cumplir con todos, recibir todas las remeras, firmar todos los libros, sonreír y saludar a cada uno. Ellos, porque saben disfrutar de un momento político en el que los “presis” se parecen a sus pueblos, “como dice siempre Cristina”.