“No somos, créanme chicos, intolerantes con la prensa; somos
intolerantes, como debemos serlo, con la mentira, con la corrupción, con la
mala fe. En América latina la prensa miente, amparándose en la libertad de
expresión. Confunden información con opinión…”, dijo entre otros conceptos el
presidente de la República de Ecuador, Rafael Correa.
Lo hizo en el contexto de la entrega del Premio Rodolfo Walsh
en la Facultad de Periodismo y Comunicación de La Plata, premio que han
recibido entre otros, el presidente venezolano Hugo Chavez y el boliviano Evo
Morales en la categoría “Presidente Latinoamericano por la Comunicación Popular”.
El presidente ecuatoriano resaltó la figura de Rodolfo Walsh
y bromeó cuando dijo que esperaba que no se den cuenta (quienes se lo
otorgaron) del error. Como un buen estudiante, demostró todo lo que se había
aprendido en torno a la figura del periodista desparecido “cuya denuncia
todavía resuena frente al silencio de los medios de comunicación. Walsh nos
mostró los ríos de sangre, los mares del hambre, la debacle económica de un
retazo de la historia argentina que todavía nos duele. También nos mostró su
coraje, su dignidad, su compromiso militante por la verdad a prueba de balas.
De hecho, tuvieron que callarlo a tiros y, aun así, nos sigue hablando de
patria todavía”.
Luego, el presidente Correa contó que en el curso de su
visita a nuestro país, lo había sorprendido el cambio del carácter en su
agenda: cuando creyó que se encontraría en una cena con los residentes
ecuatorianos en la que compartiría “unos bocadillos y ya”, resultó que le
esperaba una gran fiesta, que debía dar un discurso “que no tenía preparado
para nada”. Y en la Facultad de Periodismo, en donde él supuso, mantendría una
cita académica, se encontró con un “acto popular, un acto de masas”. Ahora no
sé, dijo, si presentar la ponencia que tenía planeada o hacer un discurso de
barricada.
Muchos de los presentes eligieron “de barricada”, pero el
ecuatoriano prefirió exponer su teoría de la contradicción ética entre los
grandes medios de comunicación y la garantía de libertad de expresión. Durante
más de una hora, ofreció evidencia empírica, luego expuso la teoría y
finalmente la conclusión.
“Lo que está en el centro del debate, no es la libertad de
expresión, la cual todos defendemos sino la contradicción ética y técnica de
negocios privados con fines de lucro e intereses políticos y grupales
proveyendo un bien público indispensable para la sociedad: la información”, dijo
Correa en ese sentido.
“El debate de fondo es saber si los medios de comunicación
deben o no, participar en política. Al definirse como contrapoder del poder político, lo están haciendo. Y lo
peor de todo: sólo son contrapoder de ciertos poderes políticos, de otros son
descarados cómplices, pues al menos en América latina, los medios de
comunicación siempre han estado en contra de los gobiernos progresistas. Bastaría
ver el rol de la prensa chilena, del diario El Mercurio, en la caída del
gobierno de Salvador Allende y la dictadura pinochetista. Es hasta cómico: se
definen como contrapoder, es decir, actores políticos, pero no toleran
respuestas políticas”.
Correa sostuvo parte del discurso apoyado en imágenes, tomó
los libros que registran los wiki leaks como fuente, porque según afirmó, le
gusta documentar y “mostrar evidencia” de que lo que está diciendo es verdad.
“El concepto de
libertad ha sido uno de los más estropeados en la historia de la humanidad.
América latina conoce muy bien de aquello. No ha habido golpe de estado o
invasión, que no se haya dado en nombre de la libertad. Defendiendo
supuestamente la libertad, las dictaduras del continente torturaron,
desparecieron, asesinaron a centenas de miles de seres humanos. Por si acaso, también
invocaban a Dios, no se olviden. En el caso de la libertad de expresión, ésta
ha sido reducida a una supuesta libertad de prensa, que sin ética, ni
profesionalismo, ni adecuados controles sociales (como son las leyes) se reduce
a su vez, tan solo a libertad de empresa, en donde buscando lucro o poder, son
ellos los que deciden qué callar, qué decirnos o cómo decirlo.
La libertad para ellos, no para las grandes mayorías; porque
somos esclavos de lo que nos quieran decir
o nos quieran silenciar. Al defender los intereses de estos grandes
medios mercantilistas, no se está defendiendo la libertad de expresión, ni los
derechos humanos sino tan solo y como siempre, los privilegios del gran capital”.
Para Correa, “cómo cambiar esta
situación” es el gran desafío a nivel planetario y hay que debatir, “sin miedo”.
Para el presidente, los medios son decisivos: “su buena o mala calidad afecta masivamente
a la sociedad, inciden en la toma de decisiones de la ciudadanía, en el día a
día, en la percepción del acontecer, en valoraciones y opiniones; puede
distorsionar los imaginarios de una nación y sus luchas o puede aportar a la construcción
de la memoria de sus pueblos, al rescate de sus patrimonios, puede contribuir
al avance de la historia. O puede dar lugar a la acción y al pensamiento, sometiéndonos
siempre a al inmovilismo, al entreguismo, al colonialismo. De este problema
central se deriva la necesidad de democratizar la propiedad de los medios de
comunicación e independizarlos de los poderes fácticos, en especial del
mercantilismo (…)”.
Se manifestó preocupado por el “solazo” que debían soportar
quienes lo estaban escuchando, con una temperatura agobiante. “Yo estoy
acostumbrado, soy negrito de nacimiento, pero veo que muchos de ustedes son
bien blanquitos; espero que se hayan puesto bronceador”, bromeó.
Finalmente, el presidente elogió la decisión argentina de
poner en vigencia la ley de medios de comunicación, en virtud de lograr esa
democratización de la que habló anteriormente. Y lanzó una suerte de propuesta
de debate que consiste en que el estado debería ser quien se ocupe de
garantizar el cumplimiento del derecho a la comunicación.
El acto, que se realizó en las afueras del edificio “Néstor
Kirchner”, contó con la presencia de 700
invitados especiales, entre ellos Madres, Abuelas, docentes y además, estuvieron las columnas
de las organizaciones sociales y las agrupaciones políticas. Entre estas
últimas, fue importante la movilización de la Tupac, de Quebracho, de La
Cámpora, entre otras.
En el palco, junto al presidente Correa, estuvieron figuras como
Florencia Saintout, Estela de Carlotto, Hebe de Bonafini, Eugenio Zaffaroni,
Víctor Hugo Morales, Adolfo Pérez Esquivel, Gabriel Mariotto, Horacio González.
En el inicio del acto, Correa recibió la designación de
Ciudadano Ilustre de la Provincia de Buenos Aires, a cargo del vicegobernador
Gabriel Mariotto; una remera y un mate, que le regalaron los integrantes de la
Agrupación Rodolfo Walsh; un recipiente con tierra de las Islas Malvinas,
entregado por el Centro de Ex Combatientes; y un libro, de parte del Movimiento
Estudiantil Liberación.
No lo dejaban marcharse
Es notable cómo los jóvenes (y los no tanto) generan enorme
empatía con algunos de los presidentes latinoamericanos. Chavez, Evo, Pepe
Mujica y Rafael Correa son los preferidos.
Por eso, pese a lo duro que había sido el “solazo” con ellos,
presidente y jóvenes se resistían a abandonar el predio de la Facultad. El,
porque quería cumplir con todos, recibir todas las remeras, firmar todos los
libros, sonreír y saludar a cada uno. Ellos, porque saben disfrutar de un
momento político en el que los “presis” se parecen a sus pueblos, “como dice
siempre Cristina”.
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