Analía Galaz es una de esas dirigentes que resiste los
archivos. Son pocos los que pueden enfrentar
ese reto sin temor a que la memoria colectiva o las páginas amarillentas de un
diario de pueblo develen rastros de un pasado al que mejor no visitar. Ella es
de esas pocas.
Heredera de una tradición de luchadores sociales que
inscribieron a la CTERA y al SUTEBA en las hojas más dignas de la historia
sindical argentina, Galaz puede hacer de una charla en el concierto de un seminario
de formación gremial, una síntesis cronológica y un alegato político como casi
nadie, en Bolívar, está a la altura de conseguirlo.
Fue secretaria general de SUTEBA Bolívar luego de que tal
cargo lo ejerciera Graciela Vanzán, en pleno auge del neoliberalismo. En esos
años las afiliadas a ese sindicato constituían una minoría dentro de las
escuelas, que le enrostraba a las políticas educativas de la década no sólo sus
grandes falencias sino que por sobre todas las cosas, le advertía a la sociedad
en su conjunto, acerca de las graves consecuencias que se pagarían por esos
años de desbarajuste en el sistema.
Mientras una parte importante de la sociedad miraba para
otro lado cuando las fábricas se cerraban y millones de argentinos y
bolivarenses se caían del mapa; mientras las escuelas se fueron convirtiendo en
espacios de contención para los chicos y no alcanzaban las porciones del
comedor para que todos coman bien (y era para muchos la única comida diaria),
eran las maestras de SUTEBA las que sostenían la lucha en la calle y en las
aulas.
Los desempleados de la Granja y del Canal 4 de televisión,
los trabajadores de la empresa de calzados, los médicos del hospital, son
testigos de que la lucha de este sindicato de docentes en Bolívar, fue de los
pocos colectivos sociales que acompañaron su batalla por mantener la fuente de
trabajo.
Marchas por el centro de la ciudad, escraches con campanas,
actos a los que acudían menos de los que pasaban y miraban como si de un
espectáculo se tratara, las tuvieron como motorizadoras y protagonistas.
Y luego fueron los 1003 días de la Carpa Blanca. Un
monumento a la resistencia, contra la Ley Federal de Educación y exigiendo la
implementación del Fondo Educativo. La primera, se instauró para desgracia de
la educación de más de una generación de argentinos. El segundo, se logró
instituir a partir de la lucha gremial de CTERA tras la permanencia de la Carpa.
Tiempos de Teresa Rodríguez, de Víctor Choque, de María
Soledad, de José Luis Cabezas. Era en la que un presidente llamaba subversivos
a los maestros. Tiempos en los que el ítem “salario”, era la el último, porque
primero estaban los pibes. Historia que tuvo e
Por eso, cuando en el marco del seminario de formación que
lleva adelante el SUTEBA, los maestros y maestras más jóvenes, tuvieron la
oportunidad de escuchar a Analía Galaz, se puede decir que se dieron un lujo. No
son tantos los dirigentes que pueden convocar a sus compañeros y brindar una
clase de historia viva, construida con coherencia y consecuencia.
Conmovida, la
histórica dirigente les pidió, las conminó a sus compañera/os a que tengan
memoria. “Nadie nos regaló lo que tenemos, sino que es fruto de la lucha de
muchos y muchas que ya no están”. Y se podría agregar que sin mirar el origen,
sin fijar la historia, sin reconocer lo que hicieron otros, se corre el riesgo
de actuar como ocupas de las luchas del campo popular y equivocar el rumbo,
como ya ha sucedido.