jueves, 9 de abril de 2015

Un lujo que SUTEBA se puede dar




Analía Galaz es una de esas dirigentes que resiste los archivos.  Son pocos los que pueden enfrentar ese reto sin temor a que la memoria colectiva o las páginas amarillentas de un diario de pueblo develen rastros de un pasado al que mejor no visitar. Ella es de esas pocas.
Heredera de una tradición de luchadores sociales que inscribieron a la CTERA y al SUTEBA en las hojas más dignas de la historia sindical argentina, Galaz puede hacer de una charla en el concierto de un seminario de formación gremial, una síntesis cronológica y un alegato político como casi nadie, en Bolívar, está a la altura de conseguirlo.
Fue secretaria general de SUTEBA Bolívar luego de que tal cargo lo ejerciera Graciela Vanzán, en pleno auge del neoliberalismo. En esos años las afiliadas a ese sindicato constituían una minoría dentro de las escuelas, que le enrostraba a las políticas educativas de la década no sólo sus grandes falencias sino que por sobre todas las cosas, le advertía a la sociedad en su conjunto, acerca de las graves consecuencias que se pagarían por esos años de desbarajuste en el sistema.
Mientras una parte importante de la sociedad miraba para otro lado cuando las fábricas se cerraban y millones de argentinos y bolivarenses se caían del mapa; mientras las escuelas se fueron convirtiendo en espacios de contención para los chicos y no alcanzaban las porciones del comedor para que todos coman bien (y era para muchos la única comida diaria), eran las maestras de SUTEBA las que sostenían la lucha en la calle y en las aulas.
Los desempleados de la Granja y del Canal 4 de televisión, los trabajadores de la empresa de calzados, los médicos del hospital, son testigos de que la lucha de este sindicato de docentes en Bolívar, fue de los pocos colectivos sociales que acompañaron su batalla por mantener la fuente de trabajo.
Marchas por el centro de la ciudad, escraches con campanas, actos a los que acudían menos de los que pasaban y miraban como si de un espectáculo se tratara, las tuvieron como motorizadoras y protagonistas.
Y luego fueron los 1003 días de la Carpa Blanca. Un monumento a la resistencia, contra la Ley Federal de Educación y exigiendo la implementación del Fondo Educativo. La primera, se instauró para desgracia de la educación de más de una generación de argentinos. El segundo, se logró instituir a partir de la lucha gremial de CTERA tras la permanencia de la Carpa.
Tiempos de Teresa Rodríguez, de Víctor Choque, de María Soledad, de José Luis Cabezas. Era en la que un presidente llamaba subversivos a los maestros. Tiempos en los que el ítem “salario”, era la el último, porque primero estaban los pibes. Historia que tuvo e
n Analía Galaz, en Graciela Sagardoy (una de las docentes bolivarenses que hizo el ayuno), entre otras de guardapolvo blanco, los emblemas de la lucha social en Bolívar.
Por eso, cuando en el marco del seminario de formación que lleva adelante el SUTEBA, los maestros y maestras más jóvenes, tuvieron la oportunidad de escuchar a Analía Galaz, se puede decir que se dieron un lujo. No son tantos los dirigentes que pueden convocar a sus compañeros y brindar una clase de historia viva, construida con coherencia y consecuencia.

Conmovida,  la histórica dirigente les pidió, las conminó a sus compañera/os a que tengan memoria. “Nadie nos regaló lo que tenemos, sino que es fruto de la lucha de muchos y muchas que ya no están”. Y se podría agregar que sin mirar el origen, sin fijar la historia, sin reconocer lo que hicieron otros, se corre el riesgo de actuar como ocupas de las luchas del campo popular y equivocar el rumbo, como ya ha sucedido.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario