Bolívar, 24 de marzo de 2012
En este nuevo aniversario del Golpe de Estado del 24 de
marzo del ´76, quiero reivindicar a las juventudes que participan en política.
Más allá de coincidencias personales y de afectos y razones engendradas a la
luz de esas coincidencias, quiero rescatar la figura de los jóvenes como sostén
de los vientos de cambio y de la búsqueda de Justicia que soplan por estos
días.
Por varios motivos, esta suerte de rescate de la
militancia juvenil se me antoja pertinente. En primer lugar porque muchísimos
de los desparecidos durante la dictadura fueron jóvenes, algunos militantes
políticos, otros militantes sociales, estudiantes y trabajadores.
Convengamos en que cuando asumió el gobierno de facto,
la mayoría de quienes integraban las organizaciones armadas contra las cuales
estos cruzados aseguraban estar en “guerra”, ya habían sido aniquilados o
estaban secuestrados en los campos de concentración. Pero ellos fueron por más.
Vale decir que la lucha que libraron de ahí en adelante
estos criminales tuvo la intención de profundizar el desmembramiento de la
sociedad crítica; ellos querían un pueblo inerme, sometido. Para lograrlo era
imprescindible instalar el miedo, adormecer las conciencias, lacerar las almas
para violentar los sentidos. Y para obtener este resultado tan poco heroico,
masacraron a una generación de argentinos, cuya sobrevivencia, creo, mi
ilusiono contra fácticamente, hubiera hecho de esta tierra un lugar más digno y
justo.
Si alguien hubiera podido oír el sonido de nuestra
patria por esos años, esa macabra puesta en escena coral habría desnudado los
gritos de mujeres violadas, de bebés robados a los pechos dolientes de las
madres nuevas, hombres mutilados, todo con un fondo de música marcial y
festejos de goles sucios de sangre.
De eso no nos podemos olvidar jamás, pero a ese no
olvidar debemos resignificarlo en valorar lo que tenemos, en no tenerle miedo
al debate, al intercambio de ideas, a las discusiones políticas. Esa memoria
nos debe permitir acceder al término política desde un costado virtuoso. La
memoria nos tiene que ser útil a ese fin, porque de nada vale reunirnos acá
cada 24 de marzo y decir que honramos a nuestros mártires desaparecidos, si no
valoramos su lucha por un mundo mejor.
Y no hay mejor homenaje a ellos, que reivindicar la
participación, cada uno desde el lugar que a sí mismo se otorgue, o le otorguen
otros. Y no hay tributo más honroso que ser fieles a nuestras propias
convicciones en el terreno de lo político como cauce natural de la vida en
sociedad.
Volviendo a los jóvenes, se cumplen este 2012, 30 años
de otro hito sangriento de la historia nuestra y que también los tuvo como
protagonistas. Casi niños muchos de ellos, fueron llevados a una guerra y
expuestos a una muerte segura de manos del enemigo externo y expuestos a
maltratos del enemigo interno. Los
jerarcas de la guerra de Malvinas, varios de ellos, eran expertos en torturas en
los campos de concentración. Otros, lo fueron tras la contienda y también
durante el desarrollo de la guerra.
Allá, en los helados campos de la Argentina más remota,
hambrearon a muchos de los soldados, los estaquearon, a otros los torturaron
por ser judíos, como narra el reciente libro Los Rabinos de Malvinas. Nos
debemos como sociedad un debate profundo sobre Malvinas y este 2012, a 30 años del suceso, es una
excelente oportunidad que no podemos dejar pasar para poder ubicarlo en el
lugar justo de nuestra psiquis social.
Porque convengamos en que es difícil de digerir la
anuencia, el silencio cómplice y la insensatez de una buena parte de la
sociedad que calló aprensivamente y ocultó durante tanto tiempo a sus héroes,
los jóvenes. Pero aun ante la tremenda dificultad que significa hacer una
autocrítica como sujetos parte de un colectivo social, es imperante que la
hagamos.
Para ayudarnos, en el terreno de Bolívar, verá la luz
próximamente un libro que se tornará imprescindible y que escribió el sociólogo
Miguel Gargiulo. Malvinas, su historia, nuestros
héroes…, que se editará el mes próximo, nos permitirá adentrarnos por otra
puerta, a esa parte de nuestra historia que tanto nos cuesta mirar.
Para celebrar tenemos a nuestro favor, un contexto propicio
en la búsqueda de Justicia, en nuestro país se honra a un juez como Baltasar
Garzón, cuando en su tierra lo destierran del plano de la Justicia. En nuestra
patria se pone en el banquillo a los asesinos y se los juzga. Eso nos hace más
sanos y más limpios. Y si nuestras madres y abuelas del pañuelo tienen
confianza, nosotros también la tenemos. Malvinas, deberá entrar en el terreno
de esa Justicia y de esa esperanza. A por eso vamos.
Para terminar, les quiero hablar a ellos, que
simbólicamente están allí. Griselda, Celeste, Gody, Mirta… hay una nueva
generación que los reivindica. Son jóvenes que nacieron, crecieron y viven en
democracia. Que no saben sino por los relatos y por la historia, qué fue lo que
pasó en los años violentos de nuestro país. Pero que toman de ustedes lo mejor
que tenían y que eran sus ganas de cambiar el estado de cosas, de hacer de este
mundo, un territorio digno de ser vivido, con oportunidades para todos.
La nueva generación no juzga, no imita. Los jóvenes
militantes que toman sus banderas, entienden el contexto actual y quieren
democracia para todos, libertad para todos, igualdad de oportunidades para
todos. Paz para todos. No se dejan confundir cuando desde los sectores más
reaccionarios de la sociedad intentan inducirlos al terreno de la violencia, de
la estigmatización y del odio.
Los pibes de hoy entienden que el camino va por ampliar
la democracia y van por eso. Por los derechos de las minorías, por la
valoración de los pueblos originarios, por el derecho de las mujeres a ser
libres de decidir sobre su cuerpo, entre tantos otros derechos que por años
estuvieron soterrados y ahora, que gozamos de libertad, podemos pedir, exigir y
ejercer. Eso es plantarse contra la dictadura, eso es ejercer la Memoria.
Raúl, Violeta, Juan Carlos, Jorge, Daniel, en los pibes
de veintipico vuelven ustedes, ellos toman la alegría, las ganas de vivir, la
voluntad de cambiar los paradigmas que a ustedes los movilizaba. Estos jóvenes
tienen la fortuna de saberse protagonistas de un tiempo distinto, en el que las
armas son las palabras y en el que la lucha es en democracia y en paz, como les
hubiera gustado a ustedes.
Por eso quería en este día referirme a los jóvenes,
porque de nada serviría hablar de memoria si nos hacemos los zonzos cuando
escuchamos a diario que desde algunos sectores se vitupera a la juventud que
milita en política y estoy hablando sin ir más lejos, de nuestra pequeña
ciudad.
Afortunadamente también en esta pequeña aldea, tan
remisa a veces a los cambios y a los planteos de fondo, tan conservadora y
ultramontana por momentos, afortunadamente digo, también aquí están los
jóvenes, que aún en un contexto discursivo que les es adverso, levantan sus
banderas con orgullo y se reivindican militantes. Ellos son, repito, el mejor
homenaje que les podemos hacer a las víctimas de la dictadura de la que hoy se
cumple un nuevo aniversario.
Hace mucho que los estábamos esperando, hace mucho que ustedes,
los estaban esperando.
Daniela
Roldán
Gracias por compartir estas cosas. Mi adhesión a la distancia. Abrazoos (creo que ya estoy entre tus seguidores. ¿no?)
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