domingo, 25 de marzo de 2012

Breve aclaración sobre lo aclarado


Como no he dejado de recibir insultos en mi correo electrónico, respondo por este medio, aun a costa de rebajar la idea que tengo acerca de la comunicación, ya que no creo que comunicarse sea reducir el hecho a un intercambio de insultos y agresiones.
Ahora se me acusa de cometer censura, cuando en realidad aclaré que no iba a publicar los comentarios agresivos y anónimos. La última que me insulta firma noreply o algo tan difuso como eso, y sin embargo va a quedar, como otros, que aparecen descargando vómitos en este espacio pero con firma.
Debo admitir que involuntariamente borré un comentario firmado, pero no lo pude recuperar; de todos modos, la autora del insulto figura con otro comentario en el mismo sentido, entiendo que se dará cuenta de que no la censuré.
En un artículo que escribí hace unos días en este, mi blog, me refería precisamente a los violentos en las redes sociales y fundamentalmente a quienes agreden desde el anonimato, demostrando la más brutal de las cobardías. Ahora me toca padecerlo en lo personal y es en estas circunstancias en las que me pregunto si no nos cabe la responsabilidad a los comunicadores, de no ser cómplices de estas prácticas, creyendo que haciendo públicos los insultos de los “lectores” estamos contribuyendo a una suerte de pluralidad o libertad de expresión. Me lo pregunto, no tengo respuestas, como para la mayoría de las cosas.
Admito también, que a una de las violentas, le contesté el mail haciendo uso de un nivel de agresión verbal inusitado. Y no está bueno, pero como dice una verdad del señor Perogrullo, “todo tiene un límite” y a mí, la estupidez ajena me puede. En mi caso, la respuesta fue en privado y hacia una persona que no sé quién es. Sin dudas, no hay simetrías en las situaciones de cada uno.
Como muchos de los lectores de Periodista y punto saben, yo escribo en el diario La Mañana desde hace 17 años (casi 18), jamás tuve problemas ni dificultades con los lectores ni con los entrevistados. Y siempre opiné aun contra la corriente y contra el sentido común. Agrego a mi biografía que desde 2009, comparto la conducción y producción de un programa de Radio por FM Federal, y que he participado como conductora en dos programas más, uno con Víctor Cabreros (radio San Carlos, año 2000) y otro con Alejandra Córdoba (FM Espacio, año 1997). También trabajé en C4 Televisión durante 2010.
El hecho de portar el mismo nombre con otra persona que también trabajó en los medios, lleva a ciertas confusiones para nada felices. Como que alguien me acusó en estos días de ser “del riñón de Ledesma” (entiendo que de Daniel). Por eso digo que todo tiene un límite, porque… ¿a guisa del ejercicio de qué derecho debería yo publicar en mi espacio (que fue creado huyendo de la censura, atenti) insultos tan gratuitos y basados en la ignorancia?
No me refiero a que sea insultante que me digan “del riñón de Ledesma” por Ledesma mismo, sino porque eso habla de la infinita ignorancia de quien me agrede. Ledesma y yo estamos en las antípodas en términos de concepción del periodismo y de la comunicación. Es muy berreta desconocer eso y por otro lado asegurarlo en un comentario. Yo no soy propietaria de un medio, no hago del periodismo un negocio, por ejemplo. Eso por sí mismo habla de las diferencias y eso es sólo el comienzo. Aclaro y le pido perdón al hacerlo (porque es obvio), a los lectores habituales: no estoy criticando a Daniel, digo que somos opuestos. El mismo podría decirlo y con los mismos fundamentos.
Por otro lado, no me considero valiente, ya que entre los periodistas que admiro está Rodolfo Walsh, por lo tanto, no me puedo sentir víctima de nada, cuando en mi contra sólo hay un par de violentos de pueblo…
Walsh denunció crímenes atroces contra las personas, militó en política, puso en evidencia a la Junta Militar, con su Carta Abierta en 1977 y hoy es un desaparecido. En honor a él y otros periodistas detenidos desaparecidos, no puedo ni puede ningún laburante de este oficio, andar lloriqueando por los rincones, ante el hecho de que algunos vecinos y vecinas con mucho tiempo para estar al cuete, se decidan a hacer revoluciones violentas desde la compu.
Pero si bien no pienso andar llorando, tampoco pienso contribuir al tráfico de violencia en mi blog. Están Clarín y La Nación para recepcionar basura. Adelante.

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