Como
no he dejado de recibir insultos en mi correo electrónico, respondo por este
medio, aun a costa de rebajar la idea que tengo acerca de la comunicación, ya
que no creo que comunicarse sea reducir el hecho a un intercambio de insultos y
agresiones.
Ahora
se me acusa de cometer censura, cuando en realidad aclaré que no iba a publicar
los comentarios agresivos y anónimos. La última que me insulta firma noreply o
algo tan difuso como eso, y sin embargo va a quedar, como otros, que aparecen
descargando vómitos en este espacio pero con firma.
Debo
admitir que involuntariamente borré un comentario firmado, pero no lo pude
recuperar; de todos modos, la autora del insulto figura con otro comentario en
el mismo sentido, entiendo que se dará cuenta de que no la censuré.
En
un artículo que escribí hace unos días en este, mi blog, me refería
precisamente a los violentos en las redes sociales y fundamentalmente a quienes
agreden desde el anonimato, demostrando la más brutal de las cobardías. Ahora
me toca padecerlo en lo personal y es en estas circunstancias en las que me
pregunto si no nos cabe la responsabilidad a los comunicadores, de no ser
cómplices de estas prácticas, creyendo que haciendo públicos los insultos de
los “lectores” estamos contribuyendo a una suerte de pluralidad o libertad de
expresión. Me lo pregunto, no tengo respuestas, como para la mayoría de las
cosas.
Admito
también, que a una de las violentas, le contesté el mail haciendo uso de un
nivel de agresión verbal inusitado. Y no está bueno, pero como dice una verdad
del señor Perogrullo, “todo tiene un límite” y a mí, la estupidez ajena me
puede. En mi caso, la respuesta fue en privado y hacia una persona que no sé
quién es. Sin dudas, no hay simetrías en las situaciones de cada uno.
Como
muchos de los lectores de Periodista y
punto saben, yo escribo en el diario La Mañana desde hace 17 años (casi
18), jamás tuve problemas ni dificultades con los lectores ni con los entrevistados.
Y siempre opiné aun contra la corriente y contra el sentido común. Agrego a mi
biografía que desde 2009, comparto la conducción y producción de un programa de
Radio por FM Federal, y que he participado como conductora en dos programas
más, uno con Víctor Cabreros (radio San Carlos, año 2000) y otro con Alejandra
Córdoba (FM Espacio, año 1997). También trabajé en C4 Televisión durante 2010.
El
hecho de portar el mismo nombre con otra persona que también trabajó en los
medios, lleva a ciertas confusiones para nada felices. Como que alguien me
acusó en estos días de ser “del riñón de Ledesma” (entiendo que de Daniel). Por
eso digo que todo tiene un límite, porque… ¿a guisa del ejercicio de qué
derecho debería yo publicar en mi espacio (que fue creado huyendo de la
censura, atenti) insultos tan gratuitos y basados en la ignorancia?
No
me refiero a que sea insultante que me digan “del riñón de Ledesma” por Ledesma
mismo, sino porque eso habla de la infinita ignorancia de quien me agrede.
Ledesma y yo estamos en las antípodas en términos de concepción del periodismo
y de la comunicación. Es muy berreta desconocer eso y por otro lado asegurarlo
en un comentario. Yo no soy propietaria de un medio, no hago del periodismo un
negocio, por ejemplo. Eso por sí mismo habla de las diferencias y eso es sólo
el comienzo. Aclaro y le pido perdón al hacerlo (porque es obvio), a los
lectores habituales: no estoy criticando a Daniel, digo que somos opuestos. El
mismo podría decirlo y con los mismos fundamentos.
Por
otro lado, no me considero valiente, ya que entre los periodistas que admiro
está Rodolfo Walsh, por lo tanto, no me puedo sentir víctima de nada, cuando en
mi contra sólo hay un par de violentos de pueblo…
Walsh
denunció crímenes atroces contra las personas, militó en política, puso en
evidencia a la Junta Militar, con su Carta Abierta en 1977 y hoy es un
desaparecido. En honor a él y otros periodistas detenidos desaparecidos, no
puedo ni puede ningún laburante de este oficio, andar lloriqueando por los
rincones, ante el hecho de que algunos vecinos y vecinas con mucho tiempo para estar
al cuete, se decidan a hacer revoluciones violentas desde la compu.
Pero
si bien no pienso andar llorando, tampoco pienso contribuir al tráfico de
violencia en mi blog. Están Clarín y La Nación para recepcionar basura.
Adelante.
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