El acto de Velez, entre tantas otras cosas, fue una demostración
de que la organización política, es una marca epocal que indica la recuperación
de valores colectivos y de participación y es también una batalla más en la guerra
cultural que se viene dando en el país desde hace unos años. En décadas
pasadas, hablar de organización era mala palabra, ahora se recupera el sentido.
El lema que convocó a las cientos de organizaciones sociales
y políticas al acto de celebración del primer triunfo kirchnerista y de apoyo a
Cristina Fernández de Kirchner, fue precisamente “Unidos y organizados”. Habla
de las cientos de agrupaciones por un lado, y de la exigencia de la
organización por otro. Para que no haya dispersión de ideas, de esfuerzos, de
voluntades, para que el enemigo no te pille descalzo.
El acto también fue una puesta en escena de la fuerza de la
presidenta. Midió. Sin la CGT, sin columnas de la Juventud Sindical. Y se midieron los grupos entre sí. Sumados son muchísimos.
Esa es la clave.
El estadio José Amalfitani lució de fiesta, con todo el
colorido de las banderas y con lo que implica que una multitud se movilice en
paz, con alegría y en diversidad. Había que estar para contarlo. Había que
mirar en derredor y captar las lágrimas en los ojos, no se podía esperar a que
te lo cuente otro.
Un grupo de cinco mujeres, de Villa UrK, llegaron solas, su
grupo no se había animado a subir hasta lo alto de la cabecera donde se
encontraban los pibes de La Cámpora Bolívar. Les hicimos un lugar para que
puedan sacudir los flameadores azules. “Somos de Villa Urk, es decir, de Villa
Urquiza, pero K”, dijo una de ellas. Estaban felices, dijeron que esperaron 30
años para vivir estas cosas”.
Le respondían a la presidenta: “estamos todos igual de
emocionados”, dijo una, mirando a la gente que la rodeaba; mientras, en las pantallas ubicadas en el escenario,
pasaban las imágenes de la mística K. Kirchner ordenando que bajen el cuadro,
Kirchner diciendo que no abandonaría sus convicciones en la puerta de la
Rosada, Kirchner pidiendo perdón a las Madres, en nombre de todo el pueblo
argentino, las reestatizaciones, la ley de Medios, la Asignación, Areolíneas, YPF.
Entre ese pueblo kirchnerista y su dirigente máxima, hay un
código comunicacional que prescinde de interpretaciones ajenas al colectivo nac&pop.
Las remeras hablan clarito: “Joven incauto adoctrinado por La Cámpora”, estaba
entre las mejores. Las sonrisas anchas, jetonas, también hablan clarito. “No
nos han vencido”, sonaba como himno.
Más de cien mil adentro, unos cuantos miles afuera, fueron a
escuchar a su dirigente, a demostrarle su apoyo, a recuperar el derecho a
participar. La mayoría eran jóvenes, pero hubo una interesante diversidad
generacional. La convicción que sobrevoló el cielo velezano: ahora vamos por
todo, unidos y organizados.
Tras un discurso de unos cuarenta minutos, durante el cual la presidenta instó a la unidad de todo el campo popular y a que los jóvenes tomen la posta, la voz del Indio marcaba fin de fiesta en el estadio…
banderas rojas, banderas negras, banderas de todos los colores y un aire como
de felicidad que perdurará por mucho tiempo en los corazones kirchneristas.
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