miércoles, 15 de febrero de 2012

Nota del Chino Castro


Los instantáneos vienen marchando
Añora el Huracán de Cappa: Chino Castro

Hay una nueva categoría político-social en Bolívar: los radicales instantáneos. Esos tipos/tipas que se hicieron radicales de repente para odiar a Balibú. Simonerrequistas, más que radicales, casi que mitómanos: se han repetido tantas veces a sí mismos en estos meses de negrura que Bucca es un usurpador del municipio, que acabaron por creerlo. Y lo salieron a repartir, como quien reparte pan. La municipalidad es de ellos, este pibe es un ocupa. Pero no va a durar mucho, dicen los instantáneos. Precisamente, he a continuación un elemental catálogo para identificarlos:

-un radical -insisto, un simonerrequista- instantáneo es el tipo que te dice, a lo caballo (o solapadamente, los más sutiles, que la sutileza no es potestad del peronismo) y hasta con la alegría de un hincha de Boca que aguarda el superclásico: “este no termina, en dos años se va”. Y en realidad, lo que desean es que se vaya, pero mucho mejor si se va derrocado por ellos, los salvadores del terruño que vienen a correr al invasor peronista, así como en el ´55 la Revolución Fusiladora tumbó a Perón, al que después motejaron “el tirano prófugo”. Los instantáneos no quieren privarse del manjar de echar a Balibú. Sueñan en secreto con una pueblada que lo saque del culo y lo tire a la fuente vacía de la plaza donde cuando éramos pibes íbamos a entrenar nuestra inocencia mirando pececitos (no Pescecitos) de colores. Se erotizan imaginando una movilización popular que tome la municipalidad y ponga las cosas en su sitio, algo así como lo que ocurrió con el caso Crepa pero elevado al cubo. Que en vez de cien crotos como los que fueron a pedir clemencia para el bueno de Crepa, florezcan diez mil justicieros bramando por la liberación del pueblo, dispuestos a colocarse el traje de héroes (con este calor y de capucha y capa, mamadera) para salvar a toda la población y casi que a la Humanidad, pero sobre todo a las futuras generaciones, del hereje peronista. Encima ‘Bali’ no les da batalla en el campo dialéctico, no les ofrece la otra mejilla pero más o menos. Así los obliga a comerse su propio vómito verdoso, no les brinda ocasión de escupirle la cara. Algo similar a lo que hacía Simón, pero Simón, aún cuando no se prendía jamás en el in-fighting verbal, siempre parecía enojado, más que indiferente. ‘Bali’ no. ‘Bali’ tiene esa cara de buena onda en la línea de los pastores brasileños que asolan la tele cada madrugada (¿Gasparini los mirará?), al punto que a menudo exaspera a las huestes propias, que le reclaman en voz baja o a los gritos más fuego, más pelea corta, más kirchnerismo. El caso es que los radicales instantáneos se quedan, como decía Julio Ruiz en sus clases de Historia en la ya lejana secundaria (y Julio es radical en serio, no es de los instantáneos), ‘con la vaina adentro’. Se tragan la acidez, se limpian un poco la boca y arrancan otra vez a abominar tupido contra el ocupa y a hacer docencia para desasnar incautos, loable labor ciudadana.

-un instantáneo te advierte “y, con todo el gobierno a favor (jamás usan la palabra kirchnerismo, ni siquiera kisnerismo), vamos a ver qué hace”, deseando fervorosamente que no haga un carajo. Y si hace, le van a pegar: “eso lo hubiera hecho cualquiera, este tipo no sirve para nada, con todo a favor y mirá las pavadas que trae, llueve sopa y este salame ataja con un alicate”. Porque los radicales instantáneos en un santiamén adquirieron una profunda conciencia ciudadana, les preocupa el otro, no les alcanza con que las avenidas estén bien iluminadas y el parque más biutiful que la película de Iñárritu, ahora miran a Diamante y se angustian por las cloacas. El compadrito de la plaza les sigue sonriendo con la gardenia en el ojal, pero ellos justo están mirando hacia Latino.

-los radicales instantáneos se han descubierto odiadores, cuando esa defectuosa pulsión era privativa de los negros peronistas, ignorantes y vividores que no trabajan porque total el peronismo les da todo, y encima detestan al que tiene lo que supo ganarse después de destrozar su alma en el yugo de todo los días. Ahora ellos se hallan en la piel la rugosa superficie del odiador. Igual lo maquillan todo lo que pueden, y de última, el odio de ellos es bronca genuina y sed de justicia, el de los otros no, el de los otros es envidia, resentimiento y fiebre vengativa.

Los instantáneos vienen marchando.
Los instantáneos vienen marchando contra el ocupa que tuvo el tupé (‘el tupé’ es una expresión típica de vieja que luce arañas lumínicas en su living).

-los radicales instantáneos son los que empiezan a encontrar desastres en el hospital. Antes no les importaba un tuétano, de última iban afuera, pero ahora su fina sensibilidad no puede soportar ver parvas de gente en la Guardia. Ni logra tolerar la superpoblación de perros en las calles, algo hay que hacer, che, este demencial paisaje perruno es sinónimo de pobreza y polución, ya pronto vamos a parecer la devastada África y este boludo con esa carita de monaguillo (¡monaguillo, ‘Bali’ cara de monaguillo, iupi iupi!) y todos los pendejos inútiles que metió no hacen una mierda.   

-los instantáneos te baten: “se quejaban de las fábricas de zapatillas, vamos a ver qué trae éste, con todo el viento de cola que agarra”. Ahora son industrialistas.
Claro que la indignación de los instantáneos es razonable: hasta el 10 de diciembre tuvimos un hospital maravilloso en infraestructura y atención, todos los servicios en todos los barrios y localidades, un Bolívar fuertemente industrializado y ni un enjuto can en nuestras relucientes calles, pero resulta que en menos de dos meses el hereje peroncho disfrazado de nenito bondadoso vino a hacer mierda todo. Y seguro que a los perros y a los pobres infelices que montan guardia en la Guardia los trajo de Fuerte Apache, de donde va a traer bolsones de turbas a radicarse en nuestra tranquila Bolívar, y a las mentadas casas capaz que ni las hace. Siempre se dijo que destruir es más fácil que construir, todo este guiso envenenado de aniquilamiento vuelve a revelarlo con meridiana claridad. Ahora lo único que falta es que haga re teta el Cine… 

-de corrupción casi no hablan, los instantáneos. Ya recuerdan muy poco de la época de Reina, cuando eran independientes, y encima después pasaron algunas cositas. Si la bandera se ha vuelto gris y el sol tiene jeta de empachado, más vale ni desplegarla.

-consideran que radicalismo y simonerrequismo son sinónimos; más, se sienten los dueños del radicalismo por haber gobernado dieciséis años Bolívar, como si eso les otorgara un derecho extra cuasi celestial, una suerte de plus. El partido y sus corrientes internas no simonerrequistas deben arremangarse e ir adonde están ellos, nada de partir diferencias, qué se piensan esos fracasados que ahora se prueban el traje de supermanes, viejos carcamanes.

Vienen marchando, los instantáneos.

-sí tienen algo bueno, los súbitos: son líricos, no resultadistas. Si fuesen resultadistas no blandirían con tantas ínfulas al candidato que perdió dos “partidos” al toque, uno por goleada y el otro raspando. El resultadismo es implacable con el error, si perdés dos partidos seguidos te tira al tacho y trae a otro. Es decir que entre el exquisito Huracán de Cappa y el infalible Boca de Falcioni, seguro que los simonerrequistas repentinos siempre preferirán a aquel entrañable Globito, un equipo que construyó su leyenda a puro romanticismo y épica. Eso está muy bueno, es un lindo reaseguro para la democracia y las futuras generaciones.

-y por último: los instantáneos berrearán que el periodismo de Bolívar no existe, que debería darnos vergüenza empuñar un micrófono o un teclado, y que a Daniela Roldán y al Chino Castro nos compró ‘Bali’ para hablar bien de él o para no meterle jarabe y a la par denostar al simonerrequismo. O graznarán que somos flores de boludos, porque trabajamos para Balibú y no le sacamos ni medio mango, ni un triste puestito ni un sorong. Pero que no nos vean pasar en un auto, ahí se pudre todo. Salvo que sea un vetusto DKW, en ese caso capaz que creen que el gobierno de la montonera trucha salió a liquidar una última partida estancada en algún mugroso taller del Conurbano, tipo una desgracia de Carcachas para Todos. Y que a Duilio y Gargiulo no se les dé por reaparecer con el bisemanario “Dos” a todo color, porque entonces sí que rrrrrevienta todo, y que vivan la democracia y la crema moka.

¡Ah! Tenés razón, sí, también hay balistas instantáneos. ¿Y?

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