Cuando se colocó en la vereda el cartel que indicaba el inicio de obra, pocos creían que la cosa iba a prosperar; se miraba de reojo el letrero y por dentro, cursaba un suspiro rumboso hacia la incredulidad. No sería la primera vez que tras una promesa y un anuncio, venía la decepción y otra vez la imagen descascarada, la tristeza de la fachada inútil de lo que no sería.
Durante años los bolivarenses creyeron en
palabras que de a poco, empezaron a sonar vacías de sentido y a ser sólo
sonidos que se iban desvaneciendo conforme los calendarios electorales no
hacían mella en la concreción del proyecto. En esos tiempos de alto voltaje
conservador, subyacía, en un mar de desidia, la idea política de “la cultura
para pocos”.
Por estos días, hay aires de cambio. Es que
se puede pensar en que lo interesante del proyecto es que precisamente, incluye
o abarca una dimensión superadora de la mera instancia electoclientelar, bien
que puede ser aprovechada en ese sentido. El proyecto viene a complejizar las
relaciones entre las culturas populares y su productor/destinatario, (léase el
término caído en desuso, pueblo). En otras palabras, en el proyecto, debe
subyacer la idea política de “las culturas por y para todos”.
También deberá interpelar
el sentido respecto de las industrias culturales, del rol del Estado en
términos de facilitar o dificultar, propiciar o entorpecer su circuito. Nos
pondrá a todos a pensar qué sería bueno fomentar, qué posibilidades concretas
habrá para el desarrollo de un espacio de difusión y de visibilización, pero
también de impulso y de proyección para el talento local.
La posibilidad de contar con un lugar
físico apropiado para realizaciones artísticas y culturales de gran envergadura
significará un desafío para quienes tengan la responsabilidad de gestionar su
uso, pero no deberá ser sólo responsabilidad de unos pocos. El proyecto deberá
tomar carnadura (y lo está haciendo) en los bolivarenses todos y sus
potencialidades tendrán que ser apropiadas por todos.
El hecho que desde el Estado municipal haya
tomado el toro por las astas de una buena vez y le esté dando el cierre a una
etapa para pasar a otra absolutamente prometedora, debe permitirnos “ir por
más”. Para ser clara, ir por más significa fomentar el crecimiento y el
desarrollo del arte y los artistas en lo que a los estados les compete. Ir por
más significa que no haya techo para pensar el devenir de una ciudad y de
quienes la habitan.
El proyecto no es maquillaje, aunque hay
que admitir que como el make up, le mejorará la cara a la calle y a la ciudad,
siendo la calle de la que hablo, el centro mismo de esta ciudad. Y le digo así,
proyecto, precisamente porque creo que lo importante está por venir, lo
trascendental comenzará a construirse cuando finalice esta construcción primera,
la del cemento, las luces y las alfombras.
En pocos días más terminará la etapa y será
reinaugurado, finalmente, el Cine Avenida, con interiores bellísimos, modernos
y con excelente tecnología, de la mano de una decisión política del gobierno
municipal. Luego, que toda esa infraestructura se transforme en el gran
proyecto del que estoy hablando, depende de todos, sin tutelajes ni
paternalismos y si, con la decisión política, en este caso, “del
soberano”. Ya comenzó la cuenta
regresiva para el día feliz que está llegando.
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